Escribe Gisela Catánzaro a propósito de los hiatos entre naturaleza e historia que “el problema no es tanto cuál es el tipo de relación con los objetos, con el espacio y los cuerpos, es decir, qué tipo de experiencias materiales propone una determinada imagen, obra o representación del pasado, sino qué materialidades se expresan en ella” (40) En tal sentido si admitimos que no hay nada más viejo que una revista vieja (Sarlo), carecería de sentido dejar establecidos los tipos de “experiencias materiales” puesto que perdieron toda la fuerza de la inmediatez que tuvieron en el momento de vigencia. A pesar de ello no abandonamos el interés por dejar que las publicaciones nos hablen desde su desuso, olvido o inconsistencia debido justamente a las “materialidades que se expresan”. Esas materialidades pueden pensarse asimismo con relación a lo que Raymond Williams llamaba la “estructura de sentimientos”, una manera de tomar el pulso al presente de una época. Se trata de la “cultural vivida”, por un lado, y de una “tradición selectiva”, por otro, la primera se ubica en el pasado, pero habiendo sido alguna vez presente, la otra es la selección que hacemos de los hechos del pasado desde nuestro propio presente. Desde tales perspectivas las publicaciones periódicas todavía pueden dar cuenta de los “materiales” de los presentes que captaron, sintetizaron o sencillamente no llegaron ni siquiera a involucrarse. La experiencia vivida pero fenecida por el paso del tiempo no tiene por qué ser una circunstancia que conspire contra el valor de lo que se ha tornado inactual o fuera de las agendas de cada presente. Por el contrario, la “tradición selectiva” opera también en el trabajo sobre las revistas y puede ayudarnos a descubrir todavía algunas pistas sobre los rumbos de la cultura que observamos en nuestro presente.
El presente curso pretende abordar las publicaciones periódicas desde algunos senderos ya transitados como la relevancia que tienen en la formación de redes intelectuales, la gravitación política que alcanzaron, las polémicas registradas, la presencia de las mujeres y otros tantos temas. Pero también trabajar con dos incógnitas: una que tiene que ver con el momento en el que decayeron las revistas cultuales y en su lugar se impusieron las académicas y la otra tiene que con lo recientemente ha formulado Regina Crespo respecto de que si el tiempo del protagonismo de las publicaciones ha quedado reservado solamente al siglo XX. De ser así qué otros horizontes se abren en el siglo XXI, dominado por las tecnologías comunicacionales. Así las cosas, la revista cultural no deja de ser un objeto de estudio para la circulación de lo nuevo en los diferentes ámbitos de las ciencias y las humanidades. Para nos hagamos una idea de la vigencia que tienen los estudios sobre publicaciones basta mencionar un Congreso realizado en Chile a finales de 2018 en la Universidad de Santiago de Chile o el Coloquio sobre revistas y redes en la UNAM (México) a comienzos de este 2019.
